El ritual de black metal liderado por Emperor en Bogotá
El ritual de black metal liderado por Emperor en Bogotá
La banda de black metal noruego Emperor visitó por primera vez Colombia como parte de su gira latinoamericana. Una deuda pendiente que se había aplazado durante dos años, pero que fue saldada con creces por parte de la banda.
En la avalancha de conciertos y confirmaciones que se vienen realizando en el país, no podía faltar darle gusto a los seguidores de la música extrema. El concierto de Emperor originalmente había sido programado para el mes de mayo de 2020, tuvo que ser aplazado debido a la emergencia sanitaria ocasionada por el Covid-19 a nivel mesial, situación que ocasionó una herida de muerte para la industria del entretenimiento. La fecha final: la noche del domingo 15 de mayo en el Royal Center de Bogotá.
Llegó la noche y como si también se hubiera preparado para el ritual, la luna llena fue una de las protagonistas; en los atuendos de gala predominó el color negro y la emoción de ver por primera vez a una de las bandas insignes del black metal mesial. Boletería agotada para cerca de 4 mil asistentes que cumplieron la cita para esa noche oscura en la que la mano cornuta se erigia casi de forma automática al terminar cada canción para ovacionar a los noruegos.
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Los anfitriones; encargados de entregar la dosis de metal necesaria para el público colombiano que desde varias horas antes se abarrotaba en el Royal Center hicieron aparición a la hora programada; Trym Torson en la batería, Jørgen Munkeby en los teclados, Secthdamon en el bajo, y los más vitoreados: Samoth en la guitarra e Ihsahn en la guitarra rítmica y voz pusieron a cabecear al público colombiano desde la primera interpretación; la canción "In the Wordless Chamber", sencillo del último álbum Prometheus: The Discipline of Fire & Demise del año 2001.
Bajo un calor inclemente, casi que un averno que hizo tributo al ritual ofrecido por Emperor, (ya que el Royal Center presenta deficiencias en cuanto a su ventilación), lo cual no afecto la euforia o que se generaran algunos pequeños pogos aislados, la banda hizo un recorrido de su carrera musical durante una hora y media interpretando 14 de sus mejores canciones, entre ellas "With Strength I Burn", "The Majesty of the Nightsky", "Inno A Satana", "The Loss and Curse of Reverence", "I Am The Black Wizards", "The Acclamation of Bonds", "Ye Entrancemperium" y la del cierre, "Cosmic Keys to My Creations & Times", con la que finalizaron el ritual, ondeando las banderas de Colombia y agradeciendo la fidelidad del público colombiano.
Aunque en ocasiones se sintió el sonido algo saturado y un poco bajo el sonido de los teclados, eso también dependía de la ubicación en que se estuviera. Es un problema histórico de este venue al que tal vez no esperaban que llegaran tantos asistentes. No fue impedimento para disfrutar de las interpretaciones magistrales de la banda o para escuchar las palabras de agradecimiento de Ihsahn antes de interpretar "With Strength I Burn": "...puedo sentir la energía que están dando y que sienten, y sé que sienten la energía de esta canción".
La euforia, el sentir de la música y la idolatría que dejó ver el público colombiano hacia Emperor demuestra una vez más la fortaleza de la escena metalera del país, que siempre responde de forma positiva a este tipo de eventos organizados por la empresa privada. No es un público que como en muchas ocasiones se ha afirmado, "se ha acostumbrado a que les traigan las bandas gratis a Rock al Parque...". Es un público que fiel, de culto, que no depende de si la banda tiene nuevos discos y está dispuesto a invertir en ver a sus bandas favoritas, y con más veras cuando se trata de una de las insignes como Emperor, que hicieron parte del Inner Circle del black metal noruego junto a Burzum, Mayhem y otras más.
Después de hora y media de euforia y de que la banda dejara todo en el escenario, terminó el concierto, finalizó el ritual, volvimos del averno al frio bogotano y la tertulia de los metaleros bogotanos pasó a los bares circesantes y a los andenes de la carrera 13 con calle 66.
Ahora esperando una próxima oportunidad.
Foto: David Micolta - Páramo