Por lo general, el deporte y el rock no tienen demasiadas cosas en común. Es más, incluso por momentos han sido mesos en contraposición. Pero, desde aquí hemos encontrado un punto de encuentro en el que ambas disciplinas se necesitan: los estadios de fútbol.
Es cierto que para tocar no se necesita de manera insustituible un estadio de fútbol pero no lo es menos que en ellos existe una magia especial con los fans y que, sobre todo, permite que sea mucha gente la que acuda a ver a sus estrellas, todo esto acompañado de una buena acústica, ya que los propios estadios, originarios de la antigua Roma, tienen ese diseño pensado para que los cánticos de los seguidores y, en ocasiones como en los conciertos, lo que suene en el terreno de juego, se pueda oír a la perfección.